Acción Católica
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   Por "acción católica" en general se entendió siempre el compromiso de todo cristiano de actuar, personal y solidariamente, en pro de la proclamación del Evangelio por todo el mundo.
   Pero el término específico de "Acción Católica" se aplicó, desde la encíclica "Urbi arcano Dei consilia" de Pío XI en 1922, como "el movimiento organizado de seglares dependiente de la jerarquía para tareas de apostolado, de caridad y de formación de los miembros".
   En este sentido, la Acción Católica, se presentó como la estructura eclesial en la que los seglares se integraban en la labor misionera de la Iglesia. Exigía una adecuada preparación en los miembros, en lo doctrinal, en lo social y en lo espiri­tual, y ayudaba, en comunión y dependencia de la jerarquía, a orientar la vida cristiana de los seglares.


   Desde su fundación como movimiento, la Acción católica se fue organizando en grupos sectoriales: adultos, mujeres, jóvenes, obreros, (HOAC y JOC) estu­diantes (JEC), niños (Junior).
   A medida que los seglares fueron tomando conciencia de sus responsabili­dades y se hicieron conscientes de la necesidad de su autonomía y correspon­sabilidad eclesial, las dependencias jerárquicas entraron en crisis, sobre todo donde se extremó el gobierno clerical de los grupos seglares.
   Las tensiones se incrementaron des­pués del Concilio Vaticano II, cuando se impusieron los principios del Decreto conciliar "Apostolicam Actuositatem" de 1965 y los miembros más activos de los distintos sectores y países reclamaron la valiente desclerificación de las estructu­ras tradicionales. En algunos lugares se llegó a crisis eclesiales (Holanda, Fran­cia, Centroeuropa) y en determinados sectores (obreros, JOC, y estudiantes JEC) surgieron reacciones de indepen­dencia y, en ocasiones, de ruptura.


   Como encauzamiento de la crisis se reclamó la revisión de las actitudes, se flexibilizó la postura de algunas jerar­quías eclesiales y se reclamó el cumpli­miento de las consignas conciliares, so­bre todo en referencia a la formación pastoral y doctrinal de los seglares para los servicios apostólicos (nº 29 a 33 del Decreto). El tiempo fue suavizando ten­siones y eliminando a dirigentes más autonomistas, hasta ir tomando el movimiento una dirección más abierta y ecu­ménica, en confluencias con otras alter­nativas eclesiales juveniles.  (Ver Movimientos ecuménicos. Ver  Voluntariados de grupos. Ver Ongs)